lunes, 13 de abril de 2009

Alex.

Ay amor, con las veces que pensé dejarte de querer.
Y es que otra vez, no quiero perderte, no puedo.
No eres mi aire, ni nada que necesite. Eres lo suficiente para no pensar en nada más, a cada persona que veo, la comparo contigo, y tú siempre sales vencedor. No hay mirada, ni beso, que no recuerde.
Entiendo que ames a otra, así va esto del amor, pero si ella no te quiere,¿ porqué no darte un poco de tiempo y me amas?
Aunque tú no lo sepas, siempre te querré.
Rosa.
Hoy me toca ser egoísta, ya han jugado demasiado conmigo.
Rosa,¿qué es Rosa para mí? una amiga, que se ha aprovechado de una mala situación.
¿Nora? A la única persona que puedo amar y odiar al mismo tiempo.
Pero la decisión está tomada, dejo a Rosa, aunque me mande más de mil cartas, me da igual, me duele romperle el corazón, pero no hay opción.
Hoy todos llevábamos las manos metidas en el bolsillo, ya que hoy había que pagar el viaje.
Yo había decidido ir a Londres pero todas las demás menos Nora, iban a Francia.
En los recreos y cambios de clase, no veía a nadie, pasaba el tiempo del almuerzo en la biblioteca, leyendo y pensando.
A cada cambio de humor cambiaba la decoración de mi habitación. Me gustaba coleccionar paraguas, tenía de varios tamaños, de diferentes dibujos, pero el que más me gustaba era uno que me regalo Alicia, cuando era pequeño, tenía toda la gama de colores, y era muy amplio, pero ahora estaba roto, lo rompí la noche del engaño.
Al volver a casa me quité mi bufanda amarilla, y mis zapatillas, fui a la terraza y allí estudié algunos guiones que teníamos que representar en Londres. Mi papel era secundario, pero salía bastante a escena.
Habían pasado semanas, y sólo quedaba un día para partir hacia Londres.
Esa misma tarde salí a comprar ropa para el viaje, me encontré a Alicia hablando con Lucille sobre el doloroso tema de la extraña relación que tuvimos Nora y yo.
Me escondía tras maniquís y perchas intentando seguir la conversación que por lo visto, había un trato entre Rosa y Nora. Cuando conseguí entender eso me quedé allí estupefacto.
Ya eran casi las diez de la noche, y llamé al telefonillo de Rosa, la cuál bajó rápidamente.
Ella se pensaba que íbamos a volver a ser pareja, pero estaba demasiado equivocada.
No conseguí sacarle ninguna información, así que me dirigí a casa de Alicia, la cuál, dijo que lo teníamos que solucionar Rosa, Nora y yo.
Sólo me quedaban dos personas, una de ellas me negaba a llamarla, y la otra era mi última opción, Lucille.
Ella no bajó tan rápido como las otras dos, ya que se temía la conversación.
-¿Qué sabes?-dije mirándola a los ojos con mis manos heladas en sus muñecas-.
-De…¿de qué?-decía temblando-.
-De lo que os he oído hablar a ti y a Alicia antes, Alicia ya me lo ha dicho, pero quiero saber si lo tuyo concuerda.
-Vale, vale, te lo contaré. Rosa le puso la condición de que te dejase, para que no te hiciese daño, y le dijo que haría todo lo posible para que te olvidase. Y Nora, al pensar que te estaba haciendo daño, decidió cortar por lo sano.
-Pero…ella me engañó con otro…-dije con los ojos húmedos-.
-En realidad no, le dijo que se marchara era sólo un plan, para hacerte pensar que no te quería, pero lo esta pasando muy mal.
-¡Gracias Lucille!, ¡muchísimas gracias!-dije gritando-.
Salí corriendo hacia la casa de Nora, era tarde, pero eso no me importaba, la quería y ella a mí también.
Al llegar a su portal, le tiré unas piedras a la ventana, pero ella no salió, su abuela me dijo que ya se había ido a casa de su madre. Entonces le dejé una nota para cuando volviese a por la maleta.
Para estar con las chicas en el viaje, decidí cambiar los billetes de Londres para ir a Francia, pero para el avión con ese destino y a esa hora, ya no quedaban más plazas, así que cogí billetes para ir en tren.



En el tren, no pensaba en otra cosa, sólo en volver a verlas.
En un momento, un dolor que venía del corazón me hizo encogerme, me puse la mano en el corazón y minutos después se veía un accidente con humo y llamas.
Al llegar a la estación una masa de gente se agrupaba en una pantalla de plasma gigante, era un vuelo que tenía que hacer parada en Francia, al llegar allí me fijé en la enorme televisión que retransmitía el accidente, el vuelo era Madrid-Francia, con la salida de las ocho de la mañana.
Cuando terminé de leer los letreros, tire las maletas, y poco a poco me iba desvaneciendo, las había perdido, a todas.
Me llevaron a un cuarto, donde me dijeron que me devolvería a casa.
Desde aquel día ya no volví a ser lo mismo, mi obsesión con el tiempo perdido era incansable.
Ya se había procesado los funerales de casi todas, y con ellas yo obtuve la mayor parte de fotografías y recuerdos, menos los de Nora.
En su entierro, la madre me entregó una caja que había echo Nora con sus propias manos, el primer día en que le pedí salir.
No me atrevía a abrirla, pensaba que eso me haría muchísimo más daño.
Pero un día la abrí, allí había escrito un diario, hablando de lo que había cambiado su vida, de lo que me quería, y de las ganas que tenía de vivir.
En el fondo con un plástico estaba envuelta una carta casi quemada, en un papel situado en el plástico ponía que había sido escrita en el avión.
No sé si debemos querernos, yo sé que te quiero, y eso ni ninguna Rosa, ni nadie, lo cambiará, pero lo que no quiero es hacerte daño, se que ahora parece imposible, pero…puedo hacerlo, ya lo he hecho más veces.
Quiero que sepas, que aunque pasemos un tiempo sin vernos, te esperaré y seremos felices, o como amigos, o como novios.
Te quiero, ahora y siempre, Nora.
Las lágrimas eran más duras cada vez, pero ninguna se resistía.
En el fondo de la caja, estaban tres candados, con nuestras iniciales, y el día en el que empezamos a salir.

Pasados diez años, mi tío me había llevado a vivir a Nueva York, donde ejercía un nuevo trabajo, que para conseguirlo tuve que trabajar duro en demasiados trabajos.
Había mezclado todo el conjunto de las artes que practicábamos, dibujo, fotografía,…
Era diseñador, no innovaba ni hacía maravillas con el lápiz, representaba a mis amigas, sus ropas, sus colores,…a ellas.
Se podría decir, que nunca las saqué de mi cabeza.
Ya era un anciano, y me habían detectado una enfermedad, y podía morir.
Había dos caminos, si era verdad que existía el cielo, se iniciaría de nuevo mi vida, sino, pasaría al olvido.
·END.

domingo, 12 de abril de 2009

Nora.

El frío la hacía tiritar, la cazadora de cuero que llevaba estaba mojada, por los vómitos que se habían producido en aquella alocada noche.
A las cinco de la mañana Nora, se dirigía hacia su casa. Las botas de militar, hacían un ruido similar al de unos tacones, sus collares se movían de un lado para el otro, sus ojos verdes azulados se ennegrecían por el negro maquillaje corrido, sus labios estaban pintados por partes, y su piel, debido al frío era de gallina.
Al llegar a casa se sentó en las escaleras del portal, allí encendió el último cigarrillo que le quedaba, frotó las manos contra las piernas tapadas por unas medias de rejillas. Al terminar el cigarrillo subió cogió unos cuadernos, y salió para volver a las clases, aquella pasada noche todo le había echo recapacitar mucho.
A las ocho de la mañana se dirigió a Plaza España para ver si todavía seguían quedando sus amigos para desayunar.
Esperó hasta y media, pero allí no apareció nadie. Una chica hablaba por el teléfono en francés, parecía enfadada, también esperaba a alguien.
Cuando llegó a clase se sentó en su pintada y resquebrajada mesa, y esperó a que viniesen todas las niñas cotillas hacia ella.
A la hora del almuerzo le sorprendió no ver a ninguno de sus amigos. Fue al despacho del director, donde le dieron un panfleto para ir de viaje, había dos opciones París, o Londres.
A ella le venía mucho mejor Londres, irían a una escuela de interpretación, y trabajarían en algunas obras, en cambió París, era más para pintura, fotografía, música,…
Cogió ambos panfletos y salió a buscar a sus amigos.
Encontró a una conocida, la cuál le dijo que estaban en el salón de actos, para representar una obra de teatro. Inquietante por la nueva propuesta llegó allí tras suspirar unos segundos entró y vio a todos allí, mientras miraba a todos, le regalaron una sonrisa grupal, menos Rosa, que se quedó sorprendida.
Todos me acogieron con las manos abiertas, me dijeron que podía volver cuando quisiese, tenían mi papel, lo estaba haciendo en sustitución, Rosa, la cuál había desaparecido.
Hice unas pruebas de canto y hice dos escenas.
La profesora se quedó sorprendida, al igual que todos los allí presentes.
La obra se representaría dentro de dos semanas, y me tenía que meter en el papel, Alex, se ofreció a enseñarle toda la obra. De lunes a jueves se quedaban hasta tarde ensayando y terminando el decorado, de esos ensayos surgieron, charlas y chispas.
A Nora, su cabeza le decía que no, pero su corazón le decía que sí. Para Alex era como una bendición, ya que lo deseaba desde hace tiempo.
Nora había cambiado ya desde que salía con Alex, ahora no bebía, tomaba drogas,… como antes para hacer que su vida fuese más corta. Ahora quería que su vida fuese larga y duradera.
Para olvidarse de mala vida, Nora se hizo una lista con cosas que debía cambiar:



-Dejar de fumar. ( ¡importante! )
-Dejar de beber. ( asimilado )
-No hablar con desconocidos.
-No apartarse de los estudios.
-No volverse a hacer daño, ni a si misma, ni a nadie.



Poco tardó en olvidarse de todo aquello, en pocos días había cambiado todo.
Los nervios se notaban en el colegio entre la gente que participaba en la obra,, debido a que al día siguiente se representaría la obra.
En los ensayos todo fue muy bien todos cantaban y bailaban al ritmo del musical.
Pero a la salida Nora se encontró con Rosa, y allí cambiaron las cosas.
-Hola Nora, qué,¿ ya as vuelto para molestar a los demás, como de costumbre?
-¿Perdona?
-Si, si, había conseguido que Alex se olvidase de ti y se fijase por primera vez en mí, ¡y tú lo has cambiado todo!-dijo Rosa cada vez subiendo el tono de voz-.
-Rosa, tranquilízate.-dijo Nora tocándole un brazo-.
-¡No me toques!
-Rosa, o te tranquilizas o me voy.
-No, no ahora me vas a escuchar, tú me has estropeado mi sueño, por querer jugar a las múltiples vidas, a ti no te importa nada de esto, luego te cansarás y volverás al olvido, haciéndonoslo pasar mal a todos.-dijo mientras la encerraba en el callejón que daban las puertas de atrás del salón de actos-.
-Rosa, yo he cambiado, quizá no lo sepas, pero he pensado bastante, he madurado,…
-No, tú todavía sigues jugando haber a quién haces más daño.-dijo cortándola-si no quieres hacer daño a Alex aléjate de él, porque sino yo haré todo lo posible para que él te olvide.
Rosa empujó a Nora, y salió por el callejón.
Nora pensando por las calles decidió hacer caso a Rosa, dejar a Alex. pero no volver a su antiguo ritmo de vida, sino seguir estudiando y poder obtener un buen futuro.
Al llegar a casa se sentó en las escaleras y pensó cómo hacer para dejar a Alex.
Quedó con un chico en las escaleras y también le mandó en mismo mensaje a Alex para que él también viniese.
Pero todos sus planes cambiaron cuando vio aparecer a Alex con su mítica bufanda amarilla y su paraguas de colores.
-Hola, has venido-dijo sonriendo, aunque no podía evitarlo, ella le amaba-entra no te quedes aquí, que hace mucho frío.
-Sí, vaya mensaje, ¿qué te pasa?
-Nada nada, que quería ensayar la canción del final, por última vez antes de mañana.
-Ah, vale-subieron ambos a la casa de Nora, y se dirigieron a su habitación-.
Mientras Alex veía los millones de fotos que tenía colgados por las paredes, Nora, volvió a mandarle un mensaje al chico diciéndole que esperase en el bar de la esquina, y que cuando le llamase que subiese a su casa.
Ambos se sentaron en la mullida cama, y cantaron de nuevo la canción. El plan no terminó como ella quería, Alex empezó a besarla por el cuello, y así sucesivamente, terminaron fundiéndose en uno.
Alex se quedó en la cama, y Nora, se dirigió al baño, allí lloró, por lo que iba a perder, por lo que no quería perder.
Llamó al impacientado chico, que subió con una botella de vodka, se saltó una de las normas de su nueva vida, pero no fue la única.
En la cocina empezaron con el show, el le besaba por todas las partes del cuerpo de Nora, que aún olían a Alex. Intencionadamente Nora, tiró un jarrón de cristal al suelo, provocando un ruido, de reojo vio a Alex a lo lejos sorprendido casi llorando, cogió su ropa y salió por la puerta, pegando un portazo.
Nora no pudo evitar llorar, le pidió que parase y le invitó a que saliese fuera.
Desde la ventana vio a la persona que cambió tanto su vida, y que ella había echo tanto daño.
A Alex el frío ni le inmutaba, todas sus lágrimas se congelaban, estaba nevando.
Pero aquella tarde no era un buen recuerdo para recordar eternamente.
Al día siguiente los nervios se notaban poco.
Nora se encontró con la profesora por el camino y le dijo que podía que no hubiese obra, porqué Alex no se encontraba bien. Aunque é pusiese de excusa el tiempo, ella sabía que era por lo sucedido aquella noche.
A las siete de la tarde la sala estaba llena, todos con los vestidos y trajes puestos.
La profesora había tomado la iniciativa de hacer ella de ‘’Cristián’’.
En el último momento, mientras todos colocaban el escenario, apareció Alex, la profesora se desvistió y salió a presentarles.
Media obra estaba realizada, y pocos nervios se notaban en el ambiente, sólo el de los novatos.
-¡Última escena!, ¡venga chicos, lo tenemos!-gritaba la profesora por el descansillo situado detrás del escenario.
Nora salió a escena y representó su parte de la canción con algunos nuevos toques que habían echo al noche pasada.
Tanto los actores como el público estaban sorprendidos.
En el momento del beso, Alex tapó con la mano su cara, porqué quitó la cara, para no besarse con ella.
Rosa, en la última fila, rió por la espalda. En cambio Nora, lloraba.
La obra había terminado y salieron todos a escena, el público se portó fenomenal, se levantaron y aplaudían.
Alex salió nada más terminar de recoger todo, y después le siguió Nora, para hablar de lo ocurrido, pero vio a Alex y a Rosa cogidos de la mano, y besándose.
Nora, había arruinado su vida, por no arruinar la de Alex, pero la única vida que arregló fue la de Rosa.
·END.

jueves, 9 de abril de 2009

Rosa.

Vuela, vuela alto, horripilante ave. Y mira que son feas, esas plumas, qué colores, no me gustaría tener eso por vida.
-¿Qué haces Rosa?-dijo Alex que acababa de llegar a la fuente.
-Ehmm…nada, nada mirar los pájaros.
Ambos se sentaron en la fuente de todas las mañanas, mientras Alex se tomaba el cacao, Rosa no le quitaba ojo.
-¿Qué miras?-dijo Alex quitándose el baso con los restos de la bebida en los labios.
Rosa empezó a reírse de él, mientras que Lucille se iba riendo de él desde el cruce.
-¡Hey!, dicen que esta tarde va a llover, así que podemos alquilar alguna película y la vemos en mi casa.-dijo Rosa-.
-Lo siento no puedo, mi tía ha vuelto, y queremos ir de compras y cenar juntas.-dijo Lucille-.
-Yo tengo teatro, así que…, dudo que vaya.-dijo Alex-.
-Chicos, me voy a comprar un café que no me mantengo de pié.-dijo Lucille mientras se levantaba.
-¿Qué tal en teatro, tenéis la obra ya?
-Que va, Nora todavía no ha dado señales y por más que la llamo al móvil, no me contesta. No se creo que ha empezado a trabajar.
-¿¡Ha trabajar!? si es muy inteligente, no creo que tire su futuro así porque sí.
-Nolose. Sólo me lo dijeron.
Recogieron todo y se fueron al colegio.
Por la tarde, llovió, como había previsto rosa. Y nadie, se había apuntado al plan, Lucille, estaba con su tía y Alicia, trabajando, así que fue a ver los ensayos de la obra de teatro de Alex.
Se escondió entre las butacas del final. En general no tenían obra, había poca gente inscrita en las clases, tres chicas, y Alex.
La profesora estab muy disgustada, pensaba que no hacía bien su trabajo, por eso nadie, iba a las clases.
Habían pasado más de media hora, y todavía no tenían el tipo de obra.
Rosa, tenía una gran idea, pero le daba vergüenza decirlo, la podían tomar por una intrusa que no contaba nada allí.
Cuando vio a su amado-Alex-desvanecerse, dijo:
-¡MOULIN ROUGE!
Todos se quedaron estupefactos. La profesora fue corriendo hacia ella como las demás niñas que ya cuchicheaban tras ella.
-¡Niña!, ¿cómo te has colado aquí?-dijo la profesora enfurecida.
-Eh…eh…sólo quería ayudar…-dijo resbalándose por el asiento.
-Déjala hablar, puede que ella nos dé una buena idea.-dijo Alex-.
Todos se quedaron callados mirándola con mala cara, menos Alex, que era el único que le importaba.
-¿Moulin Rouge…?-dijo con voz apagada, cada vez más bajo-.
-Sí, bueno, podríamos hacer una adaptación.
-¿Estas de broma?, es genial, música, amor, escenografía, ¡lo ideal para nuestro público!-dijo Alex con una gran sonrisa.
Todos se pusieron manos a la obra, pero faltaba un papel, el de Satine. Si estuviese Nora, la podría interpretar, cantaba muy bien, pero a Alex se le había ocurrido una idea.
-Rosa, tú podrías hacer de Satine, sólo hasta que venga Nora, si quieres no cantes, pero ayúdanos-le dijo mirándola a los ojos-.
-Ehm... vale.-dijo sin pensarlo.
El día del espectáculo sería el veinte y cuatro de abril.
Rosa, al final terminó cantando, al igual que todos en la función.
Cada día después de las clases iban allí y pintaban los escenarios, y retocaban la ropa para la función.
Rosa y Alex, terminaron haciéndose muy amigos debido al tiempo que pasaban juntos.
Había una escena-la última-en la que tenían que besarse apasionadamente.
A Rosa le daba vergüenza, pero Alex ya tenía experiencia por las otras obras ya realizadas.
Rosa había conseguido lo que se proponía, hacer que Alex se olvidase de Nora, aunque ella sabía que amaba a Nora.
Estaba más inspirada que nunca en la pintura, sus dibujos y cuadros eran realmente buenos. Se vestía con colores vivos y ahora siempre llevaba un broche de una margarita.
Todo era felicidad, aunque esa felicidad, duró poco.
Unos días antes al estreno de la obra apareció Nora, quedándose con el papel protagonista de Satine.
Nadie se interpuso en que le quitase el papel a Rosa. La mejoraba en todo, imagen, voz, …un sin fin de cosas.
Si quiera nadie le dio las gracias. Había pasado al anonimato.
En las clases ya no era como antes, ahora lo hacía muchísimo mejor, expresaba todo ese dolor, ese sufrimiento en los dibujos, y en los cuadros. Había vuelto a los colores apagados, y los broches los dejó.
Ya no desayunaba nunca en la fuente, ni almorzaba con ellos, ni salía con ellos el fin de semana, si quiera los saludaba si se cruzaba con ellos.
Razones no la faltaban, nadie la apoyó con el regreso de Nora.
·END.

miércoles, 8 de abril de 2009

Alicia.

En Plaza España una chica espera con un café en la mano a desayunar con unos amigos en la fuente de la plaza.
Inquietante rebusca en el bolso, intentando encontrar las últimas fotos que se hizo con la polaroid que le regaló su nueva amiga, Lucille, una la tomó junto al estanque del retiro, otra en los barrotes de su cama, y la última en la escuela de danza.
Un grupo de manchas de colores, rojo, amarillo y negro se acercaban hacia ella, eran Alex, Rosa y Lucille. Cada uno con su café, menos Alex, que de costumbre, llevaba su cacao.
Todos se sentaron en la fuente y desayunaron mientras hablaban de sus métodos artísticos y deberes. Casi ninguno coincidía en las clases. Rosa y Alex, pintaban; Lucille era la única que había cogido como materia principal fotografía, los demás también la tenían, pero menos horas que ella; Nora y Alex, arte dramático; y Alicia, danza y música.
Ya eran casi las ocho y media, todos cogieron las mochilas y salieron corriendo hacia el colegio.
A la hora del almuerzo, todos se sentaban en un banco a hablar de sus clases, y de lo que habían aprendido.


Nada más terminar las clases Alicia salió corriendo para ir a trabajar a casa de la Señora Herminia-donde pintaba las paredes de la casa para poder pagar la escuela de danza-.
Hoy había tardado más de lo normal en pintarle las paredes del salón, la habitación y del comedor, así que no le dio tiempo a cambiarse y fue directamente a la escuela.
Llegó la primera de todas, y su profesora Mar, empezó las clases con ella.

A las nueve de la noche terminaba, cogía el autobús directo a su casa, donde se tomaba un baño con agua tibia, hacía los deberes y preparaba la cena para su hermano y su padre.
Siempre terminaba agotada, pero más cuando se pasaba las noches estudiando para los exámenes de instrumentos, como esta noche, al día siguiente le tocaba examen de oboe.
Siempre que tenía que practicar subía a la azotea y allí tocaba- allí no molestaba a nadie-.

Al día siguiente, como de costumbre se quedó dormida, y no le dio tiempo a desayunar con sus amigos.
En el examen estaba nerviosa, a la par que cansada y con agujetas en los brazos.
-Alicia Solar Higuera, es tu turno.
Entró en la sala, cerró la puerta y dejó la funda del instrumento junto a la silla. Se sentó y empezó a tocar la partitura que estaba puesta en el atril. Esa partitura se la sabía, la había practicado por la noche, aunque no le gustaba por el rápido intercambio de dedos.
Al terminar se limpió la frente, la profesora le dijo los fallos y la nota, esta vez, no le había ido tan mal, había sacado un siete.
Guardó el instrumento y salió hacia la siguiente clase de danza.

Al terminar, se fue al banco donde solían almorzar y dejó el oboe junto al banco, ella se tumbó, se puso las gafas y cerró los ojos, a la espera de sus amigos. Cuando estos volvieron ella se levantó y quiso cerciorarse de que el oboe estaba en el sitio en el que lo dejó, peor no era así, no estaba. Se quito las gafas y se lo dijo a todos sus amigos. Se metieron por el colegio en su búsqueda, y al pensar que era inútil se desvaneció y le entró un ataque de ira, en el que se desahogaba llorando.
Unos pasos se oían cada vez, como si se acercasen más. Era la profesora de música, le contó el problema y fueron juntas a buscar el oboe, pero al pasar por los talleres de estética, encontraron a un grupo de niñas riéndose y cuchicheando. La profesora abrió la puerta y ambas se encontraron con las niñas rodeando el oboe, resquebrajado y pintarrajeado.
-¿¡Qué demonios hacéis!?-dijo la profesora con un tono muy elevado, que causó el eco en todo el pasillo-.
-Eh, eh,… Nosotras lo vimos en el pasillo y pensamos que lo habían perdido.-dijo una niña rubia, que intentaba taparse el acné con kilos de maquillaje-, Pensamos que no era de nadie.
-Sabéis que aquí también se da música y esto pertenecería a alguien.
Alicia se cercó hacía la clase y descubrió a la profesora con aquellas niñas y su oboe.
-¡¿Qué ha pasado aquí?!, ese es mi oboe pone la marca en la lengüeta.
-Así que es el tuyo, bien pagaréis todos los daños, así que dadme vuestros nombres.
Alicia corrió hacia el oboe casi llorando y pensó que en la tienda de instrumento no la dejarían volver a alquilar un instrumento.

La profesora habló con los padres de las niñas y Alicia obtuvo un oboe nuevo, comprado en la tienda donde ella alquilaba los instrumentos, intercambiando el nuevo para alquiler y quedándose ella con el antiguo.

·END

martes, 7 de abril de 2009

Lucille 2.


Pasaba horas abobada mirando a los atípicos profesores, que casualmente todos habían sido modelos.

Las clases se me pasaban volando, y no, no tenía ningún amigo. Pero allí todo el mundo iba a su aire, lleguó a conocer el estres después de tres semanas en la capital.


Una tarde lluviosa, salió a comprar, libros y películas.Para asimilar el idioma, que casi domaba.

De libros se llevó solo tres, dos de literatura, y uno de suspense.

De películas no se pudo resistir a llevarse ''Amelie'', le recordaba tanto a Francia, que fue la única que se llevó.


Cada vez pasaba más el tiempo y seguía sin ver a su tía, sin saber nada de sus padres, sin tener amigos, ...

Pasaron unos cuantos días más, y en un lunes lluvioso, conoció a unos chicos del colegio, Alicia, y Alex. Ellos hizieron que se olvidase de su tía, padres, París,...Todo.

·END

lunes, 6 de abril de 2009

Lucille.


No hay más lágrimas que derramar, es tarde, corre niña, el tren no esperará más.
En la Torre Eiffel, el viento agita y mueve el pelo cobrizo de una chica, tiene la mirada perdida, nada pasa por su cabeza, solo los recuerdos la retienen allí.
Coge la maleta, y deja atrás a París, y a su inexistente familia.
Entre medias de la estación agita el billete pensando en su nueva aventura, o en una rutina obsesivamente aburrida que le espera.


Se tapa los ojos y escala por las escaleras intentando no arrepentirse de la decisión tomada.
En el tren solamente piensa en su nueva vida, la empezará con una lejana tía que vive en Madrid, por una vez vivirá con alguien familiar, una nueva experiencia para ella.
Al llegar la ciudad duerme sólo las luces de los coches y las farolas lucen.
En la calle Arenal se encuentra el piso, está vacío, su tía esta cerrando un reportaje para la revista que trabaja en Barcelona.

La casa está fría y huele a incienso, una nota sobre el sillon con un ''Bienvenue à maison!''¡BIENVENIDA A CASA!
Una timida sonrisa recibe la nota, y como dice en la nota, se instala en la casa, mete pocas cosas en el armario que huele a madera, y prueba la cama, que no reproduce ningun ruido, como la de París.
Dos semanas después todo sigue igual, aunque con una matricula de bellas artes,en un colegio escondido por las calles que desembocan en el centro.
Llena la mochila de cuadernos y bolígrafos con antiguos libros con fotagrafías tomadas por ella.
Y se dispone a salir y descubrir ese nuevo mundo después de una única salida fallida.
En el colegio, nada nuevo; las típicas niñas husmeando, adolescentes atontados con las faldas de las modelos, que se prestan a ser dibujadas, atípicos profsores que parecen haber salido dela última revista de moda,...
TO BE CONTINUED....